miércoles, 30 de junio de 2010

Diario de una Victoria Mundial: Capitulo 20

Comenzó el concierto, y cada uno de los miembros de la orquesta española tocaba su partitura con soltura y transmitiendo confianza a la audiencia. Así transcurrieron los primeros minutos de concierto, con una música alegre y con ritmo.
Pasados los primeros minutos, nuestra orquesta comenzó a parecer algo cansada, con algunos desafines en la defensa, visibles pero no muy preocupantes, teniendo en cuenta que no se podían volver a repetir, porque entonces si el concertó podía ser un rotundo fracaso.
Nos acercábamos al primer descanso, y digo primero porque si no se producía ningún alegro con brío, el concierto se alargaría en el tiempo con sus respectivos descansos. Cada vez pienso más que las muestras de cansancio de nuestra orquesta viene más de lo psíquico que de lo físico. Parece que el cansancio viene más de la merma en la confianza de la interpretación de la sinfonía que por el propio cansancio de tocar la melodía.
Y conforme nos acercábamos al descanso, no solo se producían unos desafines en defensa, sin que la melodía sonaba algo cansina y tal falta de ritmo, arrítmica.
Comenzó la segunda parte del concierto, y la orquesta española se fue gustando cada vez más. La sinfonía de la victoria ganaba en cadencia y en ritmo. Un ritmo melodioso que adormecía al público, a los espectadores y al contrario, pero que cuando tenía que ser brioso, subía el tono con precisión y hasta belleza.
El director de la orquesta sabía que a esos pequeños desafines, tenía ponerle solución. Introdujo un cambio de “trompeta de ataque” en nuestra orquesta, y aquello empezó a sonar aún mejor. El ritmo y la cadencia fueron subiendo con brusquedades con tiento.
El cambio muestra resultados, el corneta hace un solo que trompeta con brío pero no alcanza el culmen de la victoria. No cavia duda de que la sinfonía de la victoria empezaba a poder conseguirse.
Y llegó el tramo de sintonía en que el alegro con brío atronó un aplauso en millones de hogares de España y el mundo, en la mitad del palacio de la música y en el corazón de los músicos. Fue un pasaje celestial en el que los músicos tocaron y nos enseñaron el cielo, y sonó algo parecido a un sonido algo monótono pero excitante, hilarante: GOLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLL.
Y cual orquesta perfecta, después del alegro con brío, nuestros músicos asumen de nuevo la sinfonía con ritmo y cadencia hasta el final de la sinfonía de la victoria y por tanto del concierto. Mentiríamos si no reconociéramos que en conforme se acercaba el final del concierto, se pudieron apreciar algunos desafines. Pero para perfección ya están la grabaciones, los conciertos en directo por eso tiene esta emoción.
El concierto terminó, tenía metida la sintonía en mi cabeza, un rato después todavía recordaba y comentaba tramos de la sintonía. Mientras escribo estas líneas, cierro los ojos y puedo escuchar y sentir la sinfonía de la victoria. ¡Como me gusta el futbol! ¡ay! perdón, la música.
Sudáfrica a martes 29 de junio de 2.010.