lunes, 7 de junio de 2010

Tardes de calor, tenis, futbol y recuerdos

El pasado domingo el calor apretaba, sobremesa televisiva-deportiva. Como cada año, como recuerdo tantos, si había uno de los nuestros en alguna final de trofeo importante de tenis, allí estaba la familia para ver el partido.
No pude evitar recordar a mi padre, y aquella final de 89, donde Arancha Sánchez Vicario ganó su primer Roland Garros, en salón de casa frente a la televisión. Años después cuando volé del nido paterno, hubo algo en lo que casi fue en lo único que no discutíamos cuando hablábamos de deporte: Rafa Nadal. Mira que era crítico con nuestros equipos y con nuestros deportistas, pero de Rafa hablaba con una admiración que todavía me emociona.
Echo de menos esa llamada previa al partido de turno o en los primeros minutos de este. “Lo están dando en la primera (o donde fuera), ¿lo estás viendo?”. Es la primera vez que escribo sobre mi padre desde que nos dejó hace ya dos años. Como a todo ser querido, se le recuerda en cualquier situación y momento; pero en mi caso, reconozco que rara es la cita deportiva importante en la que no lo recuerde; y el pasado domingo aún más. Nadal (como él lo llamaba) era como su héroe particular.
Me emocioné muchísimo cuando Nadal ganó el último punto del partido, y aunque no sea nada religioso, quiero pensar que en algún lugar él estaba disfrutando como lo hacía siempre que Rafa gana a lo campeón. Tan solo recuerdo una emoción igual el día que la selección española de futbol ganó la Eurocopa 2008, hacía tan solo unos meses que ya no estaba con nosotros; fue el primer pensamiento que tuve cuando terminó la final: espero que estés donde estés no te estarás perdiendo esto.
Así que se acerca el mundial y los demás torneos importantes de tenis en los que participará Nada. Estoy casi seguro que serán tardes de gloria, y que los disfrutaré. Pero siempre vendrán los recuerdos…